De fotografía, motivaciones e historias

Resulta demasiado familiar una situación como esta:

DSC00230
Es en mi visita a Santa Sofía, el grupo no había dejado de caminar todavía cuando el guía levantó la mano para mostrar una pieza digna de interés, que ya los turistas desenfundaban las cámaras y acribillaban al pobre Cristo desalmado incontables veces. (alguna gente tiene la creencia que te roban el alma al ser fotografiado)

 

DSC00219

Esto es lo que estaban fotografiando; creo que hace unos siglos sonreía y poco a poco a ido avinagrándose 🙂

 

 

Este espectáculo me hizo reflexionar y como siempre intento entender el fenómeno humano también desde mi propia experiencia.

Porque hacemos fotografías? Qué mecanismos conscientes o inconscientes nos animan a comprarnos una cámara, tomarnos la molestia de transportarla, hacer fotografías y que ocupen un espacio importante en nuestros sobre-explotados discos duros?  Que finalidad les damos a nuestras fotos?

Los que me conocen saben que tengo una tendencia pronunciada a las proyecciones filosóficas, quizás sea mi manera de entender el mundo. Las conclusiones a las que he llegado tienen que ver con la dualidad vida-muerte.

Nada nuevo os revelo cuando digo que hacer una fotografía es una manera de inmortalizar personas, objetos, recuerdos. No pienso por otro lado que haya nada de malo en ello. Sin embargo adquiere un giro nefasto cuando se elige entre la inmortalidad y la vida; voy a intentar ilustrarlo con ejemplos:

Unos turistas llegan a la plaza mayor, giran el busto a la izquierda, aprietan el gatillo, giran a la derecha apruetan el gatillo y satisfechos se dirigen al macdonalds para degustar de una comida local. (se ve que macdonalds tiene diferentes menus segun los paises) Cuántas veces hemos visto doscientos teléfonos móviles apuntando a un escenario con un artista intentando dar lo mejor de si mismo… Que sentido tiene ir a un concierto en vivo si priorizas el momento en el que le ensenarás las fotos a tus amigos más que la vivencia irrepetible de la actuación? Existe realmente tal vivencia? O están demasiado ocupados en guardar el alma del artista para siempre en su caja negra…
Dicho de otra manera, demasiadas veces resulta más fuerte la necesidad de esquivar a la muerte que la de vivir los instantes. Este fenómeno es muy típico de la época que nos ha tocado vivir. Proyectados con estrés al futuro o retenidos por nuestro pasado pocos son los que viven conectados con el presente.

Mucha gente no sabe qué hacer con sus fotografías; se dedican tristemente a almacenarlas en discos duros; desde el florecimiento de las redes sociales ha cambiado la torna; ahora mucha gente comparte hasta el último detalle de su vida, o de la vida que quiere mostrar para ser más exacto, a todos sus contactos.

La fotografía es posiblemente uno de los mejores instrumentos para crear un concepto vital; si en mi facebook salgo todos los dias con amigos, de fiesta o comiendo suculentos platos es que quiero mostrar a la gente que tengo una vida social y ociosa desbordante; por lo contrario el poeta místico aparecerá de espaldas o con imagenes de naturaleza poetizada por algun filtro ensoñador. No digo que no sea así, no soy nadie para juzgar la vida de los demás, sólo digo que hacemos fotografías específicas a la sensación que queremos dar y seleccionamos cuidadosamente que no se cuelen conceptos indeseados; nos sorprendería saber la situación real de ese amigo del instituto que no vemos desde hace diez años y que creemos seguir conociendo por ver sus fotos en Facebook.

DSC00232
Esta otra fotografía también es en Santa Sofía; estaba en reconstrucción. Ví a todo el mundo evitar que este inmenso andamio ensuciara sus fotografías; contradictoriamente es la foto que más me gusta de lo que llevo de viaje. Supongo que lo que desea mucha gente es sacar fotos lo más impolutas posibles para contar que su viaje a sido increíblemente hermoso.

Otra motivación muy típica, generalmente visible entre profesionales o aficionados avanzados es la de ensalzar el ego. Uno quiere ser el único en, el primero en, el mejor en.
Personalmente siento un terrible aburrimiento cuando el interés de la fotografía es exclusivamente estético, técnico, egocéntrico. Cuéntenme buenas historias y beberé de ellas insaciablemente.

Resulta un poco vergonzoso darse cuenta de que estos mecanismos se encuentran en todos nosotros en mayor o menor medida. En lo que a mí respecta intento ser muy consciente de todo esto.

Una frase de un amigo, Felipe Espinosa (aúpa Feli!) me hizo entender el valor de la fotografía; después de una cena sacamos el proyector y proyecté fotografías de algunos viajes que había hecho. Cuando acabó la proyección me dijo: «Que lindo! Ver tus fotografías me ha hecho viajar.» Lo dijo como si sus pulmones se hubieran llenado de un aire nuevo. Me prometí a mi mismo que esa sería mi principal motivación.

Soy un contador de cuentos; teniendo una perspectiva cada vez mas clara de mi caótico camino me doy cuenta de esto: me encantan las historias, y me encanta contarlas. He podido usar todo tipo de instrumentos; la sociología, la música, la fotografía, el video, la escritura o los títeres; todas estas cosas tienen eso en común.

Contar historias sí, pero no caer en inventárselas o embellecerlas, al menos que en esto último que el valor estético esté al servicio de la propia historia. Aquí es donde mi visión sociológica y el manejo de herramientas audiovisuales se juntan. Lo que hago no es sociología, entiéndanme bien; para ello tendría que hacer estudios enmarcados en las pautas de las escuelas sociológicas. Lo que uso es la intuición, la observación y el análisis con una perspectiva sociológica. No pretendo que mis historias sean reales, pero intento tener un sincero respeto por la realidad y contar lo que creo que pasa, sin dejarme seducir demasiado por la presentación de un guión de película.

Lo ideal es NO hacer fotografías nada mas llegar. Primero deseo tener la vivencia, dejar el espacio a la observación, a las sensaciones que el nuevo lugar  ejerce en mí, qué llama mi atención.  después paso a la parte analítica, intento hacerme una idea en conjunto, comparo con otros lugares, ideas, etc. que mi mente conecta con esta nueva experiencia; finalmente traslado todo esto a una historia que quiero compartir y construyo esa historia entre otras cosas con fotografías. Estas no son reglas absolutas, ni mucho menos. A veces hice una fotografía que mas tarde usaría para crear una historia; a veces el objetivo es estético, sencillamente. Sin embargo trato de poner todo esto en práctica y creo que esta clase de reflexiones permiten vivir el viaje primero,  y por ello ayudan a que las historias que contemos sean más sinceras y tengan mayor interés.